sábado, 24 de julio de 2010

REPARTIR PODER.

Qué difícil, es repartir el poder. Yo lo pasé. Me equivoqué.


Me equivoqué con mi hermana, me equivoqué con Lidia, me equivoqué, con La Fores, siempre me equivoqué. Uf!


Pero cuándo le done, la parte que me corresponde, de mi casa, a mis dos hijos. Siento, que ahí, no me voy a equivocar. Alguien, me dice: Todo es para pensar. Pero tengo unas ganas, de irme a vivir a un Morro, metido en una isla, en donde por todos lados, tenga al Mar. Y una ventana por donde lo mire. Y si se me cae una lágrima, va a ser por que los extraño. Pero en ese Morro voy a tratar, de aprender a ser feliz. ¿Esperanza? Otra forma del Delirio. Bueno, deliraré. En el Morro, no hay mosocomios, casi seguro no me van a internar, o no. Pero una vida nueva, quiero tener. Aunque un Moto-Chorro, que no es chorro, me grite: VIEJA de m. . . . Tanto
lío por cruzar un semáforo mal. Parece de la federal de Macri. Tengo mucho, mucho, tiempo para vivir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Patricia me cuenta, que en su familia, cada uno anda en lo suyo y en la mía también. ¿Será el secreto para ser feliz? En el Morro no hay motos, siempre caminas. Las chicas de allá, advierten: los brasileros son fiesteros. A mí que me interesa. ¡Vivan las Fiestas! Pero no, para mí. Qué lindo es flotar, me siento tan feliz, cuando hago la plancha, en el Mar del Morro, veo pajaritos -no los que tengo en la cabeza- y palmeras enormes, donde podes colgar las hamacas paraguayas. . . . . . ¡Que ,
Lindo qué es Brasil!









Miro el sol, la luna y las estrellas. Necesito solo un ventilador, allá hace mucho calor. Y de a poquito me tomo una caipiriñha, así me voy flotando, hasta el Arrecifes de corales. Este sería un motivo, para tener motivos. Es un Mar cálido, tranquilo, por momentos parece un piletón. ¡Chau, chicos, chau!, los voy a extrañar.

En mi casa del Morro, voy a poner una ventana que mire al Mar.

No puedo asegurar, pero por ahí se me cae un lagrimón. Vuelvan

con mis nietos. ¿Y sin nietos? No, quédense. . . . . . . . . . . . . . . . .

Muero si los tengo, muero sino los tengo.

¿Flor de paradoja, no?

CRIARLA JUNTOS.

Me gusta, cuando te reís. Con esa risa, medio nerviosa. Cómo haciendo, una travesura. ¡Esa, de criarla juntos! Preparan sus cosas, le compran un par de escarpines.  También, un camisón. ¿Será la nena? Apoyan sus manos, quiere caricias. . . . . Un abrigo rosa. Y apenas, roza el rocío, con una voz amiga, le cantan:
“arroró, mi niña,
 arroró, mi son,
 arroró, maría,
 de mi corazón”.
El amor los lleva, a la cama, Y así, sin ropas. Ella, agarra la flauta traversa.
¿Y él? El, el bandoneón. Se ponen una bata, y le vuelven a cantar:
“arroró, mi niña,
 arroró, mi amor,
 arroró, maría,
 de nuestro corazón”.