sábado, 18 de septiembre de 2010

MI ABUELO JULIO.

Soy parte de los que escriben y nadie nos quiere publicar, por eso hago este blog, para que lo leas vos. No querrán que sea feliz, pero por momentos en este mundo cambiante lo logro igual. Es una cuestión de intensidad. Perdí la memoria pero el olvido no. Hay pocas personas tan buenas, como fue él, cuando éramos chicos nos llevaba a todos a un campo de golf y al quedar vacío, por el agujero del alambrado, remontábamos barriletes y mandábamos papelitos con deseos. Éramos una barra grande de varones y mujeres, me designaron jefa. Y me sentí tan bien, un día vinieron mis primas y con mi hermana, en tres cajas de zapatos juntamos cien mariposas. Llegamos a mi casa, y las soltamos ahí. Tuvimos por un rato una casa, donde los colores se desparramaron en un vuelo, con un suave aletear. Estábamos viviendo entre ellas y nosotros un romance fugaz, hasta que llegó mi viejo y a todos nos echó. ¿Porqué los grandes son así? Con toda nuestra barra hicimos una asamblea y las volvimos a juntar, no tengo claro si en mi cabeza o allá. Mis amigas de ese barrio, siguen viviendo cerca del campo de golf. Quedamos en que un día de estos las volvemos a juntar.

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