sábado, 21 de agosto de 2010

PRÓLOGO

Todo comenzó, con un gran amor, de mi esposo Toto. Que nos casamos un seis de noviembre de 1954. Ese amor se manifestó, en el nacimiento de Mimi. O su verdadero nombre: Noemi Flavia Oliveto. El 28 de octubre de 1955. Nació con parto natural, muy larga y flaquita. En ese tiempo, se usaba fajarlos todos. Y mi abuela decía, que había echo los pañales cortos. No era así, más alta de lo natural. Fue creciendo siendo una niña tranquila, cuidadosa con sus cosas, en la escuela Nuestra Señora del Carmen. En el Jardín de Infantes, estuvo dos años. Y la pasaron al otro año, con sus compañeras, que eran más grandes, a primer inferior. En realidad de oyente, pero como la evaluación a fin de año, fue de 8 a 10. Pasó de grado. Así empezó a ser buena alumna, y a rebelarse
poco a poco. Presentaba cosas raras y difíciles en las Ferias de Ciencias, que llamaba la atención de sus profesoras. Y no podían negarse a que estuviera casi siempre en el cuadro de Honor. En la adolescencia fue creciendo cada día más linda, pero más
rebelde. Rubia, delgada y con mucho gusto propio para vestirse. Y también para confeccionarse alguna prenda. Poco a poco,
demostró, sus inclinaciones políticas. Y sabía hablar con pasión, de todas las cosas que le interesaban. Jovencita se independizó.
Tuvimos las dos un tiempo bastante duro y largo. Ella sufrió mucho, Y a mí me costaba entenderlo. Hasta que logramos con extensas
conversaciones, y mucha reflexión llegar a ponernos de acuerdo y respetarnos mutuamente. Más grande, logró tener su título de Psicóloga, ese que ansiaba tanto. Todo lo consiguió con su esfuerzo, y su ímpetu luchador. En este momento, vibra, sufre, disfruta, con este nuevo proyecto ( como si esperara un hijo). Que haga con este, todas sus ilusiones y felicidad que se merece.


                                                  CON AMOR. ESTHER, MAMÁ.

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